Un gupo de afganos se reunió en una cancha de baloncesto en desuso en el oeste de Kabul, la capital afgana, para participar en concursos de canto de aves.
Los viernes, si el clima lo permite, cientos de hombres se congregan para escuchar a los pájaros competir. Jamaluddin, de 50 años, describe la experiencia como emocionante y tranquilizadora, una conexión con una tradición ancestral en un país donde las actividades de ocio son cada vez más escasas bajo el régimen talibán.
Aunque las apuestas están prohibidas debido a las restricciones islámicas y los castigos corporales impuestos por los talibanes, los concursos de canto de pájaros siguen siendo populares. Los propietarios liberan a sus aves y dos jueces las sostienen en alto ante los espectadores, mientras los machos baten sus alas y comienzan a cantar. La regla es simple: el primero que se detiene, pierde.
Los afganos han tenido una larga afinidad por los pájaros y todas las actividades relacionadas con ellos. En los mercados de aves, se encuentran especies de todas las formas y colores. El precio de un jilguero, originario de Europa y Asia Central, varía según la calidad de su canto. Aunque el más económico puede costar 500 afganis (unos 7 dólares), un pájaro que cantó durante 4 minutos y 44 segundos en Kabul se vendió por mil dólares el año pasado.
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Saeed Nassim Hashimi, ganador de un concurso reciente, pagó 270 dólares por su jilguero. Según él, se necesita un buen oído y comprensión para apreciar a estas aves cantoras.
Con información de Milenio