Zoraya ter Beek, una joven holandesa de 28 años, ha tomado la difícil decisión de recurrir a la eutanasia para poner fin a su sufrimiento tras una década luchando contra una profunda depresión. A pesar de haber probado diversos tratamientos y terapias, la enfermedad no ha remitido y un reciente diagnóstico de un psiquiatra le ha confirmado que su condición “jamás mejorará”.
“No quiero morir, pero no puedo vivir así”, afirma Zoraya, quien reside en un país donde la eutanasia es legal desde el año 2002. La ley holandesa permite la muerte asistida a pacientes que han agotado todos los recursos médicos y que experimentan un sufrimiento insoportable.
Zoraya ha pasado por un largo proceso para obtener la autorización para la eutanasia. El procedimiento se divide en dos etapas: la primera, que duró dos años y medio, y una segunda de doce meses para asegurar que se cumplen todas las condiciones legales.
La joven ha elegido morir en su casa, rodeada de su pareja y sus gatos. El procedimiento se llevará a cabo el próximo mes de mayo y consistirá en la administración de dos sedantes: uno para relajar su cuerpo y otro para detener su corazón.
Zoraya es consciente de la controversia que rodea la eutanasia, pero asegura que su decisión es firme y que se siente en paz con ella. “Siempre tuve muy en claro que si no mejora, no puedo seguir con esto”, explica.
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Su caso ha abierto un debate sobre la eutanasia y la salud mental, poniendo de relieve la necesidad de mejorar la atención y el apoyo a las personas que sufren de enfermedades mentales graves.
Con información de Heraldo