Ciudad de México.- Tras una serie de asesinatos en Estados Unidos, se instauró el 17 de diciembre como el “Día contra la violencia hacia las trabajadoras sexuales”.
La prostitución se considera uno de los trabajos más antiguos del mundo. A pesar de esto, no fue hasta 2003 que se puso el ojo en lo peligroso que puede ser llevarlo a cabo.
Gary Ridgay o “El asesino de Green River”, como se le apodó, fue un criminal de la ciudad de Seattle que entre los años 80 y 90 consideró que las prostitutas manchaban a la ciudad y comenzó a exterminarlas.
“Mate a tantas mujeres que ya ni podía llevar la cuenta”, esta fue la declaración que destacaron los investigadores que habían llevado el caso del asesino.
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El ex marino elegía víctimas de 15 a 35 años, en su mayoría trabajadoras sexuales.
Las abordaba en su coche en la ruta 99 del condado King en Washington. Charlaba con sus víctimas para hacerlas sentir comprendidas, se aseguraba de estar lejos y posteriormente abusaba sexualmente de ellas y las estrangulaba.
Foto: La Vanguardia
Reunía los cuerpos desnudos y los abandonaba en algún sitio cercano al río Green, a estos les llamaba “racimos” y los cubría con vegetación par más tarde practicar necrofilia, también disfrutaba de verlos descomponerse. Debido a esto nació su apodo.
Sus perturbadores actos tuvieron como epicentro el desprecio que sentía su padre al ver a las trabajadoras sexuales durante su ruta como conductor de autobús y, aunado a la violencia que ejercía su madre contra él, lo llevaron a cometer actos violentos y crueles contra seres vivos.
Comenzó con la tortura de pájaros con pistolas de aire y congelar un gato en un refrigerador. Poco a poco su violencia fue escalando y a los 14 años atacó a un niño de seis para saber qué se sentía matar.
A pesar de sus tres matrimonios fallidos, ante la sociedad siempre fue un hombre amable, religioso y con una vida normal, pero en realidad más de 50 trabajadoras sexuales murieron en sus manos de 1982 a 2003.
Aunque Gary fue detenido en 2003, los asesinatos pudieron parar desde 1987 cuando los investigadores detrás del caso vieron sospechosa su ausencia al trabajo y lo detuvieron por primera vez. En esa ocasión el asesino pasó las 2 pruebas de polígrafo que se le aplicaron y el cateo en su casa no arrojó nada, aun así le fueron tomadas muestras de cabello y saliva.
En 2003 los métodos de análisis habían mejorado y los restos de semen en una de las víctimas coincidieron con el ADN que se tenía registrado 20 años atrás, poco a poco las coincidencias fueron mayores entre las víctimas.
Gary confesó sus crímenes en el tribunal y especificó que aunque su odio era hacia todas las mujeres, había elegido a las trabajadoras sexuales porque era difícil que alguien pusiera atención en abusos contra ellas.
Fue esta declaración la que puso de manifiesto la importancia de luchar contra la violencia ejercida a las mujeres que se dedican a la prostitución.
En 2019 se lanzó la película Ted Bundy y el asesino de Green River (Bundy and the Green River Killer) que trata sobre un detective de la policía que consulta con el loco Ted Bundy para que le ayude a atrapar al asesino de Green River.
Con información de: 24 Horas
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