Un ingrediente importante en los platillos de la cocina mexicana también puede ser utilizado para generar plásticos biodegradables y así reducir en gran medida el impacto ambiental. Se trata del nopal, que por sus características físicas, sobre todo del jugo, permite la elaboración de plástico.
Ha sido la investigadora mexicana Sandra Pascoe de la Universidad del Valle de Atemajac (Univa) en Guadalajara quien ha hecho esto posible, el proceso no fue fácil ya que se necesitaron de varios intentos y pruebas con las propiedades del nopal para llegar a generar el plástico.
En primer lugar, la investigadora utilizó trozos secos del nopal que pulverizó y agregó aditivos, sin embargo, el proceso fue lento y las características no eran las indicadas, además de que el material se oxidaba de forma rápida.
La segunda prueba se realizó con el jugo de la especie del nopal “opuntia ficus” y de “Opuntia megacantha” caracterizado por dar la tuna, las propiedades de estos permitieron el desarrollo del plástico ya que como la indica la investigadora, los elementos de azúcar permiten formarlo, así como la consistencia viscosa.
“Básicamente el plástico se forma con los azúcares del jugo de nopal, los monosacáridos y polisacáridos que contiene, esa viscosidad es lo que estamos aprovechando para que se pueda producir un material sólido”, comentó la investigadora de la Univa.
La formación de este plástico se da mediante la mezcla del jugo de nopal, con glicerina, ceras naturales, proteínas y colorantes que se dejan secar en planchas dando delgadas láminas de plástico.
Sobre los usos y la degradación del material, la investigadora comenta que siguen la pruebas para conocer la densidad del material y cuánto peso podrían soportar pero se advierte que podría sustituir las bolsas del supermercado, recipientes para cosméticos e incluso para juguetes.
En cuanto a la prueba de desintegración, comenta que el materia se desintegra al entrar en contacto con el agua pero faltan las pruebas químicas para asegurarse si realmente no quedan componentes del material.
“Hemos hecho pruebas muy sencillas de degradación en el laboratorio, lo hemos puesto por ejemplo en agua y hemos visto que sí se deshace, falta hacer la prueba química para ver si realmente ese material ya fue completamente desintegrado, hemos hecho también pruebas en tierra humedecida tipo composta y también se deshace el material”, agregó la científica.
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El proyecto aún se encuentra en patente y falta la inversión en recursos que les permitan la creación de distintos moldes y desarrollarlo a una mayor escala. Además del registro en el IMPI para comenzar los convenios con empresas que quieran invertir en el producto.