En Italia, la pandemia del coronavirus ha afectado a miles de personas; sin embargo, esta vez no fue el covid-19 que cobró la vida del héroe de la Segunda Guerra Mundial, el italiano Giovanni Battista Calvi, un hombre de 106 años, que murió de tristeza por no poder ver a su familia.
Battista Calvi vivía en un hogar para mayores, en la Incisa, Scapaccino, al norte de Italia, y se había convencido de que sus familiares habían muerto por la emergencia sanitaria de COVID-19 y que nadie quería decirle la verdad, aseguraron los trabajadores del lugar.
“Ustedes son como yo, cuando me enviaron a la guerra con un rifle oxidado. Me daba vuelta y veía muchos muertos, como ahora en la televisión. Díganme la verdad, los míos han muertos todos. No me alimento porque quiero irme con ellos”, le decía a su médico, Giovanni Calosso.
Battista estuvo lúcido hasta el final. Veía televisión, leía el periódico y entendía la batalla de los trabajadores sanitarios lo suficiente como para compararla con su experiencia de soldado enviado al frente con un rifle oxidado.
Sin embargo, en los últimos días se había vuelto triste e inquieto. Sufría no poder abrazar a su hijo Valerio, su sobrina Margherita, su nuera Roberta, sus nietos, su yerno, y su querido amigo Andrea. Estaba convencido de que todos habían muerto y que las videollamadas con las cuales ellos buscaban tranquilizarlo no eran otra cosa que un invento moderno para engañarlo.
La semana pasada, la gerente del hogar acompañó Giovanni Battista a la planta baja donde, del otro lado del vidrio, su hijo intentaba hacerle entender que estaban todos bien, que nadie había muerto. Se dieron un abrazo a la distancia, prometiéndose que pronto se encontrarían. Pero la tristeza de Giovanni fue más fuerte y falleció este fin de semana.