Un devastador terremoto sacudió el noroeste de China el lunes por la noche, causando la muerte de 127 personas y dejando a cientos de heridos y sin hogar. El temblor, de magnitud 6,2, fue el más mortal que ha golpeado al país desde 2014.

El epicentro se localizó en el condado de Jishishan, en la provincia de Gansú, cerca de la frontera con la provincia de Qinghai. El terremoto afectó a las infraestructuras y servicios básicos, cortando la electricidad y las comunicaciones, y provocando deslizamientos de tierra.

Los equipos de rescate trabajaron durante toda la noche para encontrar a los supervivientes entre los escombros, mientras que los damnificados se refugiaron en tiendas de campaña para soportar el frío invernal. Algunos de ellos relataron el horror que vivieron durante el sismo.

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“Fue muy aterrador, todo se movía y se caía. Perdimos nuestra casa y todo lo que teníamos”, dijo Ma Dongdong, un comerciante de té con leche que pasó la noche al aire libre con su familia y vecinos. “Estamos muy asustados, no sabemos si habrá más réplicas o si estaremos seguros aquí”.

Las autoridades han enviado ayuda humanitaria a la zona afectada, incluyendo alimentos, agua, mantas y ropa de abrigo. También han prometido reconstruir las viviendas y restaurar los servicios lo antes posible.

El terremoto de China se suma a una serie de desastres naturales que han azotado al mundo en los últimos meses, como los huracanes, las inundaciones y los incendios forestales. Estos fenómenos han sido atribuidos al cambio climático y a la actividad humana.

Con información de Milenio