El reciente fallo del Tribunal Supremo de Estados Unidos, que valida la ley de Tennessee que prohíbe el acceso de menores transgénero a bloqueadores hormonales y terapias relacionadas, marca una preocupante escalada en las restricciones impuestas a esta comunidad.
Esta decisión no solo respalda una ley estatal, sino que fortalece un patrón legislativo replicado ya en casi la mitad del país desde la llegada de Donald Trump a la presidencia.
Con seis votos a favor y tres en contra, el máximo tribunal legitimó una norma que, bajo el argumento de proteger a los menores, prohíbe a jóvenes trans acceder a hormonas y terapias esenciales para alinear su desarrollo físico con su identidad de género.
Lo alarmante es que la misma ley permite dichos tratamientos para otras condiciones médicas, lo que evidencia una doble moral y discriminación selectiva.
La reacción del bloque progresista del Tribunal Supremo fue tajante. En una opinión disidente cargada de indignación, la magistrada Sonia Sotomayor advirtió la afección irreversible que esta decisión puede causar.
“Autoriza, sin reparo alguno, un daño incalculable a los niños transgénero y a las familias que los aman”, escribió Sonia Sotomayor, subrayando que la cláusula de Igual Protección de la Constitución ha sido claramente vulnerada.
Por otro lado, los jueces conservadores expresaron escepticismo respecto a los efectos de los tratamientos y pusieron en duda incluso la naturaleza de la identidad trans, como lo evidenció el juez Samuel Alito con su pregunta sobre la permanencia de esta condición.
La administración de Donald Trump restringe los derechos de menores trans y toda la comunidad LGBTIQ+
La administración de Donald Trump ha promovido activamente medidas que restringen los derechos de la comunidad de la diversidad sexual. Desde su retorno al poder, ha adoptado una línea dura contra este colectivo, incluyendo la ya criticada exclusión de personas trans del ejército.
Esta política ha encontrado eco en varios estados, que han impulsado leyes similares a la de Tennessee, y se teme que el fallo del Tribunal Supremo sirva de estímulo para nuevos ataques legislativos.
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Más allá del impacto inmediato en Tennessee, lo que está en juego es la garantía de igualdad para miles de menores trans en Estados Unidos.
Grupos defensores de derechos civiles han señalado que la prohibición de estos tratamientos médicos no solo afecta la salud física y mental de los jóvenes, sino que también socava la confianza en un sistema judicial que debería velar por su bienestar.
La lucha legal probablemente continuará, pero el precedente ha sido establecido: el máximo tribunal del país ha decidido que los derechos de una minoría pueden ser marginados por decisiones políticas disfrazadas de protección.
El desenlace podría determinar el rumbo de las políticas trans en Estados Unidos durante los próximos años.
Con información de Aristegui Noticias