Rocío Martínez Preciado
El recuerdo es una restauración del pasado a partir del material conservado en la memoria. La palabra recuerdo en su etimología latina proviene de “Re” que significa de nuevo y de “Cordis” que quiere decir corazón o sea que significa pasar nuevamente por el corazón.
Mi vida y tu vida siempre están llena de recuerdos, unos buenos que dan alegría y otros malos que nos lastiman, pero finalmente todos forman parte de nuestra historia de vida.
Recuerdo que cuando era niña, en el rancho de mi papá, corría dentro de la alfalfa sembrada antes de que comenzara a obscurecer para atrapar luciérnagas y guardarlas en un frasco, para después obsérvalas como un trofeo, un triunfo que daba luz, no sólo dentro del frasco de cristal, si no también dentro de mí.
Ahora ese recuerdo me hace imaginar atrapando día a día sonrisas de las personas más vulnerables, ya sea física o emocionalmente, y esas sonrisas guardarlas dentro de mi para iluminar mi vida donde quiera que vaya.
Sé que habrá recuerdos que son “espinas” que lastiman, que hieren el corazón, tanto que él se comunica a nuestros ojos y le pide saque esas lagrimas para que enjuaguen el alma. Pero detengámonos un poco a esos recuerdos, porque ellos nos dejaron una lección, nos hicieron más fuertes como personas, nos enseñaron a superar el dolor y ser más inteligentes para no volver a caer en los mismos errores.
Recuerdo que en casa diario traían tres periódicos distintos por la mañana y la señora del aseo los amontonaba en la fila junto con los viejos, y por la tarde, después de que mi padre llegaba del rancho, me pedía que le trajera el periódico del día, aunque yo tenía seis años y no sabía leer. Un día mi papá me preguntó “¿Cómo haces para traérmelo si no sabes leer?” y yo le conteste: es que los huelo, y el que huela más a tinta nueva, ese es.
Eso mismo pasó con Adriana, una niña de 13 años que la abandonó la madre con su abuela, que la enviaba a las calles a pedir dinero. Adriana me visitaba muy seguido, me pedía le diera para comprar su sopa maruchan, se la preparaba yo. Un día me movió mi corazón al decirme que como le gustaría que yo fuera su mamá.
Adriana esa niña bella, un día le pedí me comprara el periódico El Sol en el Oxxo, cerca de su casa, pero ella triste me dijo, “¡Rocío pero yo no se leer!”. Para que Adriana no se sintiera mal, le aconseje, -Tu sólo dile a la señorita, que si te da el periódico El Sol de Irapuato. Llego mi niña con una gran sonrisa de sol, “Rocío ¿es este?”, -sí- le contesté. Adriana me compartió: “Es que yo los vi y descubrí que este tenía dibujado un sol y es el que traje”. Esa hermosa y lastimada niña me hizo recordar mi historia del periódico.
Los recuerdos son lecciones y como tal aprendamos de ellas, esos recuerdos serán a veces un sueño en el corazón que dará sentido a tu vida, serán luz cuando lo necesites, te recordarán que eres el universo expresándose así mismo como persona durante un tiempo breve. A veces tus recuerdos te dirán que limpies tu mente del “no puedo”, te dirán “aviéntate al precipicio y verás que grandes son tus alas” y también sabrás lo que significa. Hay tres palabras que pueden cambiar tu vida: “empiezo por mí”. También hay tres cosas en tu vida que no puedes perder: tu sonrisa, tu alegría y tu forma de ser”.
A veces cuando tu camino te parezca obscuro, recuerda que tu eres como esa luciérnaga que brilla con luz propia. No uses otro perfume más que el encanto de tus pensamientos; no necesitas suerte, necesitas moverte; y muchos aquellos que te llaman loco, sueñan con tener tu coraje, recuerda cada día amar quien eres, amar lo que eres, amar lo que haces.
Estimado lector, Siempre recuerda que somos viajeros del tiempo, vinimos a aprender, compartir, tocar almas, dar amor, transformarnos y partir sin apegos.
Dios por delante
Rocío Martínez Preciado
Presidenta
Los Planes de Alonso
Cel. 4626058359
Correo: rociomartinezpreciado@hotmail.com