Fátima Bosch, Miss Universo 2025, intentó pasar desapercibida en su llegada al Aeropuerto Internacional de la CDMX, sin el recibimiento festivo que suele acompañar a una reina recién coronada. Su retorno estuvo marcado por la discreción tras las recientes polémicas que han empañado su triunfo.
A diferencia de otras ganadoras de Miss Universo, Fátima Bosch llegó al AICM sin mariachis, sin vallas oficiales y sin la multitud de fans que normalmente arropa a una reina de belleza en su primera visita como soberana mundial.
En las imágenes captadas por medios locales se le observa con sudadera oscura, gorra y grandes lentes que cubren buena parte de su rostro, un atuendo más propio de quien busca anonimato que de una figura que vive uno de los momentos más mediáticos de su carrera.
La estampa contrasta con su reciente paso por Estados Unidos, donde se mostró sonriente, coronada y cercana a sus simpatizantes, en un ambiente mucho más festivo y relajado.
En la terminal capitalina, en cambio, apenas un pequeño grupo de reporteros aguardaba su llegada, sin rastro de la habitual producción que organiza las bienvenidas oficiales a las reinas de certamen.
Intento de pasar inadvertida
Desde que cruzó la zona de llegadas, el objetivo de Fátima Bosch parecía claro: avanzar lo más rápido posible y evitar el mayor contacto con cámaras y micrófonos. Dos personas de su equipo la acompañaron en todo momento, colocándose a su lado y delante de ella para bloquear el paso de reporteros que intentaban acercarse con preguntas sobre su polémico triunfo y los recientes escándalos.
La reina de belleza se mostró parca en gestos y palabras, con un semblante serio, distante del carisma efusivo que había exhibido durante el concurso internacional. Incluso fue necesaria la intervención de un guardia de seguridad del aeropuerto para contener el cerco de la prensa y permitirle avanzar hacia la salida sin mayores incidentes.
Ante la insistencia de los medios, Fátima Bosch se detuvo brevemente para aclarar que este viaje no formaba parte de su bienvenida oficial a México como Miss Universo.
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Explicó que su presencia en el país obedecía a un compromiso previamente pactado y que, en teoría, debía tratarse de una visita “de incógnito”, lejos de flashes y recibimientos multitudinarios.
Con un tono medido, aseguró sentirse feliz, orgullosa y consciente de la responsabilidad que implica portar la corona, pero evitó ahondar en las preguntas relacionadas con las controversias que han rodeado su reinado, desde señalamientos sobre la organización del certamen hasta su abrupta salida de una entrevista en Telemundo.
Mientras las interrogantes sobre el escándalo crecen, su silencioso paso por el aeropuerto envía un mensaje contundente: por ahora, Fátima Bosch prefiere el bajo perfil a la euforia de una alfombra roja.
Con información de Vive Usa.
