El caso de homicidio involuntario contra el actor estadounidense Alec Baldwin fue desestimado este viernes después de que la juez que supervisa el caso dictaminara que las autoridades no entregaron adecuadamente las pruebas a la defensa.
Una vez que la juez anunció la sentencia, se pudo ver a Baldwin entre lágrimas, e inmediatamente abrazó a su abogado y a su esposa, cuando se dio por terminada la sesión.
La magistrada decidió dejar sin efecto el juicio y desestimar todas las acusaciones contra Baldwin al aceptar el reclamo de los abogados del actor, que cuestionaron a la fiscalía por haber ocultado de manera deliberada una prueba clave.
La defensa de Baldwin había argumentado en la sesión de la víspera que no tuvo acceso a una caja con proyectiles entregados a la policía de Santa Fe por un ex integrante de esa fuerza.
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“El Estado es culpable por no haberle proporcionado pruebas al acusado. Se justifica la desestimación del juicio. Esta corte no está en condiciones de corregir el error”, sentenció la magistrada. Al escucharla, Baldwin se puso a llorar.
El reclamo de los abogados defensores de Baldwin sobre el aparente escamoteo de algunas pruebas provocó también este viernes la renuncia de Erlinda Johnson, una de las dos fiscales especiales que estuvieron a cargo de la acusación contra el actor.
El giro abrupto que se produjo este viernes, más propio de un típico drama de Hollywood sobre temática legal que de la realidad de estos casos, también podría determinar la inmediata libertad de Hannah Gutierrez-Reed, la encargada del manejo de las armas durante el rodaje de la película Rust, durante el cual se produjo el trágico incidente que terminó con la vida de Hutchins.
En las audiencias previas, la defensa de Baldwin cuestionó varias veces a los fiscales y los acusó de esconder de manera deliberada gran cantidad de información. Los cuestionamientos estallaron cuando un sobre con supuestas pruebas que no habían sido mencionadas o incluidas durante la investigación llegó a la sala de audiencias.
La jueza Marlowe, en un gesto inusual, se colocó los guantes azules que suelen utilizarse en las pesquisas para la recolección de pruebas, abrió el sobre con una tijera y preguntó por qué no se había comunicado a la defensa la existencia de ese material. La fiscal principal Kari Morrissey, en otro gesto poco común, se llamó a sí misma al estrado y dijo que tomó esa decisión porque creía que las balas no tenían ningún valor probatorio.
A partir de ese testimonio, la jueza resolvió que el juicio quedaba sin efecto. “Desestimar el caso es el único remedio justificado”, fue su última resolución.
Con información de: La Nación y RT
