Los incendios no cesan en Brasil debido a la sequía histórica que los expertos vinculan con el cambio climático, y decenas de especies han perdido sus hábitats, principalmente en la selva del Amazonas, entre otras el jaguar.
La veterinaria Pollyanna Motinha aplica las últimas vendas a Itapira, una jaguar con quemaduras en las cuatro patas. El imponente animal pronto sanará, pero su hogar en el Pantanal, un santuario de la biodiversidad, sigue en llamas.
Nubes de humo cubren casi dos tercios del país, incluidas algunas de sus principales ciudades, como Sao Paulo y Rio de Janeiro, después de que el fuego deja una huella destructiva en las regiones selváticas de la Amazonía y el Pantanal, el mayor humedal del mundo.
Hábitats calcinados, animales heridos o muertos: esa región, situada al sur de la Amazonía, registra en septiembre mil 452 focos de incendio, casi cuatro veces lo de todo el mes del año pasado, según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE).
“Hoy vemos a animales en lo alto de la cadena alimenticia, como los jaguares, que sufren con los incendios. No es algo que ocurría con frecuencia antiguamente”, dice Motinha.
El mayor felino de las Américas, el jaguar (Panthera onça) está catalogado como especie “casi amenazada” de extinción.
El del Pantanal pesa en promedio 100 kilos y suele habitar en las márgenes del río Paraguay. Se estima que ya hay menos de dos mil ejemplares en esa región.
Itapira, “piedra levantada” en lengua indígena tupi-guaraní, fue rescatada de los incendios gracias a Nex NoExtinction, un refugio a las afueras de Brasilia para esos felinos heridos.
Fue hallada escondida en un “tubo de cañería”, a más de mil 200 kilómetros de ahí, cerca de Miranda, una zona alcanzada por las llamas en el estado de Mato Grosso do Sul.
Pese a tener sólo dos años y estar herida, Itapira, con manchas negras y marrones, es un animal a temer. Antes de empezar el procedimiento curativo, es sedada por el equipo, que dispara con cerbatanas dos dardos anestesiantes.
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Más de 70 felinos han estado en el refugio, que aloja a 25 ejemplares, entre jaguares y pumas. Muchos fueron recuperados de haciendas; una es una hembra que sufrió quemaduras en incendios de 2020 en el Pantanal, bautizada como Amanaci o “Diosa de la Lluvia”.
