Una historia que sin duda conmocionó a la localidad de Santa Marta, Colombia, fue la historia de dos hermanos cuya rivalidad terminó por quitarle la vida a uno de ellos, quien murió durante el sacrificio de un rito satánico.
Fue a finales de 2005, cuando un joven acudió a la policía a confesar el macabro crimen, donde 20 miembros de una secta satánica torturaron al joven hasta la muerte, para luego ingerir su sangre.
Tenía solo 15 años Héctor Henríquez cuando su hermano Rafael de 19 años tomó esa decisión, motivado por una rivalidad entre hermanos que recordaba la historia bíblica de Caín y Abel.
Cuando los forenses realizaron el estudio sobre el cuerpo de Héctor, encontraron que había sido herido por una arma blanca, con cortes en el cuello, pecho y brazo.
Tras una serie de interrogatorios, lograron dar con el supuesto líder de la secta y otro integrante, quienes condenaron a 30 años de prisión por este macabro crimen.
Mientras tanto el hermano del joven solo recibió 19 años de cárcel, de los cuales fue absuelto por buen comportamiento. En la actualidad, Rafael está libre tras haber cumplido su condena y aún recuerda el crimen en el que perdió la vida su hermano.
Y aunque la familia estuvo de acuerdo en que Rafael pagará por su participación en este crimen, lamentaron que no se hizo justicia complemente pues otros integrantes de la secta están en libertad.
“Es infortunado que esta historia tan dolorosa e impactante haya terminado con un desenlace errado respecto a las causas que lo originaron. Había pruebas técnicas y evidencias que revelaban que se trató de una muerte producto del satanismo, pero a los jueces les resultó más conveniente descartar cualquier hipótesis en ese sentido y atribuirlo a una riña entre hermanos que nunca existió”, manifestó uno de los familiares.
En este sentido, aseguran que los hermanos tenían sus diferencias habituales pero que a pesar de eso se querían como familia.
“Tenían diferencias como cualquier familia que vive en una misma casa, pero Héctor quería mucho a Rafael y viceversa, sin importar que sus personalidades fueran totalmente opuestas”, detalla la tía.
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Al parecer, Rafael tenía intenciones de entrar a la secta y para lograrlo tuvo que entregar a su hermano en modo de sacrificio, una acción de la que luego se arrepintió cuando ya era demasiado tarde.
“Cuando vi que lo iban a matar, yo intenté ayudarlo porque él me pedía ayuda, pero me agarraron por el cuello y no me dejaron ayudar. Fue cuando Donis (uno de los miembros de la secta) empezó a apuñalarlo”, detalla Rafael.
Tras este terrible hecho, Rafael cumplió su condena y se casó, hoy en día vive con su pareja y sus dos hijos pero con la sombra y el recuerdo de que no pudo salvar a su hermano.
Con información de El Universal