De acuerdo con la plataforma Taste Atlas, que cataloga, califica y clasifica las mejores comidas, restaurantes y platillos del mundo, la sopa tarasca de Michoacán es el mejor alimento elaborado con frijoles.
La sopa mexicana se posicionó en el número uno por encima de diri ak pwa, una preparación de frijoles con arroz originaria de Haití, y el feijão tropeiro de Brasil, una comida elaborada con habichuelas, harina de mandioca, huevo y carne de cerdo.
En el famoso conteo también aparecieron en la posición número siete los frijoles charros; en el puesto número 10 los puercos, y en el puesto 15 los amados de la olla.
En total, México logró posicionar cuatro platillos en el conteo, una demostración de las virtudes culinarias de la gastronomía nacional, que enaltece uno de los principales ingredientes de la canasta básica y de los favoritos de los paladares mexicanos.
La sopa tarasca es una preparación elaborada con frijol, típica de la gastronomía de Michoacán. Se licúan junto con otros ingredientes asados como jitomate, cebolla y chiles, y se corona con tiras de tortilla fritas, crema y queso.
Se cree que es una preparación que se originó a petición de Agustín Cosme Damián de Iturbide y Arámburu, exemperador de México, quien buscaba un platillo representativo y adoptó el nombre de sopa tarasca para rendir homenaje a la cultura indígena de la región.
Es por eso que también se le conoce como sopa purépecha, como se define a sí mismo el pueblo indígena o tarasco, como los españoles los nombraban durante la Conquista.
La receta tradicional (para cuatro porciones) para el caldo incluye tres jitomates, un diente de ajo, un chile ancho desvenado, otro guajillo, un cuarto de cebolla, dos tazas de frijoles negros cocidos con sal y pimienta, y un litro de caldo de pollo.
El montaje lleva queso fresco rallado, cuatro tortillas cortadas en juliana con una cuchara sopera de aceite, un aguacate laminado o en cubos, crema ácida y un chile pasilla en rodajas.
El procedimiento consta de ocho pasos: tatemar los jitomates, el ajo y la cebolla en un sartén a fuego alto; hidrate los chiles en agua caliente y quite las venas y las semillas; licúe los ingredientes tatemados y los chiles con una taza de caldo de pollo, y sazone.
Hierva en una cacerola a fuego medio y agregue dos tazas más de caldo; coloque los frijoles con el caldo de pollo sobrante en una licuadora, muela e incorpore a la cacerola. Deje hervir por 10 minutos y sazone.
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En otra sartén caliente aceite a fuego alto y fría las julianas de tortilla hasta que doren y déjelas escurrir en papel absorbente. Hacer lo mismo con los aros de chile pasilla (éstos tendrán una fritura mucho más rápida, no dejarlos más de 10 segundos en el aceite).
Finalmente, sirva el caldo en un plato hondo y coloque la juliana de tortilla; decore con queso fresco rallado, crema ácida y chile pasilla.