Hace algunos años diversos investigadores experimentaron con un fármaco llamado ivermectina, que en un principio fue utilizada para deshacerse de las lombrices que se alojaban en el cuerpo humano. Sin embargo, con el paso del tiempo se dieron cuenta que este medicamento tenía un efecto secundario, capaz de matar al mosquito que propaga la malaria.
La ivermectina tiene la capacidad de envenenar al mosquito transmisor a través de la sangre de aquellas personas que han tomado el medicamento, deteniendo así la propagación de la malaria. Incluso si un mosquito no llega a sucumbir de inmediato, posterormente la ivermectina asimilada actúa para matar cualquier parásito palúdico.
Según un estudio realizado por el Dr. Foy y sus compañeros investigadores en Burkina Faso, se dedicaron a investigar más casos de malaria con este medicamento, por lo que se fueron a África a experimentar con la población proporcionándoles distintas dosis de ivermectina, en cuatro comunidades distintas.
De acuerdo al Dr. Foy se presentaron menos casos de malaria en personas que adquirieron la dosis en mayor cantidad en comparación con las que lo consumieron en menor cantidad, en un período de tres semanas.
Un segundo estudio llevado a cabo en Tailandia por Kevin Kobylinski del Walter Reed Army Institute of Research, en Maryland, trajo más buenas noticias. Pues provaron los efectos de la invermectina contra la Plasmodium vivax, un parásito predominante en Asia.
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El Doctor Kobylinski y sus compañeros alimentan a los mosquitos con sangre humana infectada de malaria mezclada con el medicamento. Hallando que la ivermectina es capaz de matar al 25% de los mosquitos transmisores de la malaria, también eliminó el parásito en el 45% de los sobrevivientes, por lo que el medicamento ha conseguido reducir los casos de malaria a la mitad.