Tulum.- El chef danés René Redzepi inauguró la versión pop-up de NOMA en Tulum, uno de los mejores restaurantes del mundo. Aquí los platillos que probó Jorge Ramos.
La experiencia de Jorge Ramos en Tulum
“Nunca había comido así. Ni comeré. Fue una de esas cenas irrepetibles. Pero les cuento porque escribir es una forma de compartir”, señaló el periodista en su columna del periódico Reforma.
En diciembre, René Redzepi puso a la venta por internet un total de 7 mil lugares para su versión de Noma en Tulum, a 600 dólares cada una.
Las entradas se vendieron en dos horas, aunque la apuesta era grande, pues personal y familia viajaron con René desde Dinamarca para transformar un estacionamiento en la zona turística de Tulum, en su restaurante.
Con mesas sobre la arena, Jorge Ramos define el lugar como “un verdadero laboratorio de experimentación gastronómica”, ya que Redzepi y su equipo se prepararon y exploraron por meses la gastronomía típica yucateca.
El equipo de NOMA reconstruyó la comida mexicana, según Jorge Ramos: “La repensaron, la armaron con precisión de ingeniero y la presentaron de una manera muy novedosa”, señaló.
El menú de NOMA
El periodista tuvo el honor de cenar la última noche de NOMA en Tulum, y pese a señalar que no es crítico gastronómico y carecer de sentido del olfato (por tres operaciones de nariz), se limitó a describir lo visto y degustado.
En sopa y como entrada comió Flor de Mayo y piñuela con tamarindo, además de un salbute con chapulines y un alga marina inyectada con michelada.
Posteriormente ceviche de plátano con algas al pastor, además del pulpo “dzilipak” (el cual pasó enterrado doce horas en una vasija de barro y envuelto en masa).
Siguió una tostada de escamoles con hojas de la región, lo que Ramos definió como “una inesperada delicia”; además de cocos con caviar escandinavo.
Lo más reconocible para el periodista fueron los tacos de cerdo pelón de Yaxunah, con lo cual Redzepi homenajeó a la cochinita pibil.
Finalmente, como postre comieron helado de aguacate a la parrilla, y chocolate enchilado.
El entusiasmado periodista definió la pasión de los meseros y el personal: “Jóvenes y conscientes de ser parte de algo muy especial- eran precisos con las palabras y enamorados de su comida”.
Mientras Redzepi definió a México como “un lugar increíblemente chingón para cocinar”; Jorge Ramos termina su columna con una reflexión sobre la percepción de los extranjeros sobre nuestro país:
“Cuando ellos hablan de México no piensan en las narcofosas, las trampas electorales, el espionaje o la corrupción”, señala.
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“No, ellos piensan en un México de infinitas posibilidades y recursos, casi mágico, alegre, solidario y con “el servicio más bonito del mundo”, como dijo un hotelero estadounidense que estaba presente”, finalizó.