De unos años a la fecha el gusto por la jardinería se hizo presente en mi vida, durante un tiempo la practiqué como forma de terapia en una época de crisis, después de esa temporada, entre el trabajo, la casa y las hijas había poco tiempo para el jardín, no obstante, procuraba satisfacer ese gusto de vez en cuando.
Hoy, que mi ritmo de vida tiene tiempos más estructurados retomé ese pasatiempo. Nuevamente me haré de mis palas, guantes y utensilios.Me mudé de casa y había un poto, es común, de cuidado sencillo, sin embargo, sus ramas estaban muy secas y sólo las puntas tenían hojas, san Google fue de mucha ayuda, había que podarla, cortar algunas ramas que aún estuvieran buenas y ponerlas en agua para que brotaran raíces y sembrarlas de nuevo en la maceta. Esto toma tiempo, tiene más de un mes y apenas se ven las raíces.
La naturaleza nos da grandes lecciones, los cambios son necesarios, a veces es preferible quitar aquello que impide el crecimiento, y nutrir de nuevo lo que aún tiene mucho por dar. De no tener la paciencia, investigar, dedicar tiempo y esperar los brotes, esa planta o seguiría viéndose muy triste o ya estaría seca.
Y ¿cuántas veces hemos, impedido que algo se renueve en nuestras vidas? Con la costumbre de vivir de prisa, a que las cosas, situaciones e incluso las relaciones sean instantáneas, a vivir con muchas ocupaciones porque se cree que éxito es igual a estar con miles de cosas por hacer.
Vivimos en un mundo en que casi todo lo queremos obtener en un click, y que, si algo requiere empeño, un extra, nos inquieta, se prefiere desecharlo. Sin embargo, si vemos las cosas que trascienden, las que nos llenan de satisfacción como seres, usulamente requieren toman más tiempo, dedicación, paciencia, empeño, no obstante, cuando se renuevan, reverdecen o dan flores – jugando con el ejemplo de las plantas – se sabe que todo ello valió la pena.
Decisiones y cambios son cosas que evadimos aun cuando son constantes en nuestra vida, cada día enfrentamos decisiones y cambios, por imperceptibles que sean, ¿desayunaré avena o huevos estrellados?, ¿lo peinaré lacio u ondulado? Hasta las que trascienden ¿estudiaré Ingeniería o medicina? ¿Aceptaré esa propuesta que me cambiará la vida o mejor digo que no? las cosas trascendentales en nuestra vida, aquellas que dibujan una sonrisa en la autoestima, en la salud, en el sentido del ser, normalmente no se dan en un click, son fruto de cultivar constancia, tenacidad, saber lo que eres capaz de lograr, sazonarlo con paciencia y disciplina.
Entonces tomar decisiones y enfrentar cambios es más sencillo cuando sabemos lo siguiente:
Hay que reconocer y aceptar las cosas. Algo así como: “Sí, estas ramas están ya secas, habrá que cortarlas, estas necesitan cortarse, pero darán raíces y eventualmente hojas”
Hacer o aceptar los cambios necesarios. Como se dice coloquialmente “aprender a fluir”, muchas veces las cosas no son como quisiéramos y no se pueden controlar, pero sí podemos elegir cómo actuar frente a ello.
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Una vez tomada la decisión o aceptado el cambio es necesario ser constante, paciente, tenaz. Nutrir esa nueva etapa. Estar listos para las nuevas hojas, las flores y el fruto.
Usualmente y pareciera que por instinto nos aferramos a no cambiar, a no decidir, ignorando que es incluso necesario, y si por naturaleza evitamos hacerlo, seamos rebeldes, elijamos ir contranatura.
