Alrededor de 300 mil personas están detenidas y bajo proceso de deportación en Estados Unidos, en la víspera de la toma de posesión de Donald Trump, que el próximo lunes jurará por segunda vez como presidente para convertirse en el cuadragésimo séptimo mandatario.
Están recluidos en cárceles donde las faltas, abusos e irregularidades son constantemente denunciadas; los inmigrantes están sometidos a múltiples presiones que hacen de esos centros verdaderos polvorines.
Además, el regreso de Trump ha supuesto una preocupación enorme gracias a su promesa de llevar a cabo repatriaciones masivas.
Es el es caso de los Figueroa, una familia que ha quedado en el desamparo ante la aprehensión de su pilar económico, el marido/padre, quien fue acusado de hechos que no han sido esclarecidos, pero que parecen haber definido su destino.
Los Figueroa tiemblan cada día que pasa ante una inminente deportación del marido, quien fue detenido por acusaciones de droga que no se esclarecieron totalmente, pero que aun así fue enviado al Centro de Detención Migratoria de Folkston, Carolina del Norte.
Así, tuvo que dejar a sus siete hijos en manos de la mamá sin trabajo y a él en un torbellino de tensión físico y sicológico.
Las “cárceles de migrantes”, que albergan a casi 300 mil personas que enfrentan un proceso de deportación en 40 estados de la Unión Americana, son un polvorín en ebullición por estrés, hacinamiento, falta de higiene y la violación a los derechos humanos.
El “hoyo”
Esos lugares son epicentros de una fatal cuenta regresiva: la toma de posesión de Donald Trump el lunes 20 de enero, que promete una repatriación masiva como símbolo de su administración.
“Es un ambiente muy tóxico el que se está viviendo en el interior de los centros de detención”, resumió Israel Concha, fundador de la organización binacional New Comienzos.
El defensor de los derechos humanos ha solicitado en diversas ocasiones el ingreso a esas instalaciones, pero se lo han negado, como lo han rechazado a la mayoría de organizaciones civiles e incluso a funcionarios de otras áreas de gobierno.
En días pasados, funcionarios del Departamento de Salud (DHO, por sus siglas en inglés) presentaron una demanda por separado para obtener acceso a las inspecciones al Centro de Procesamiento del ICE del Noroeste en Washington (NWIPC, por sus siglas inglesas).
Iban por denuncias sobre mala calidad del agua y aire, los alimentos y la higiene de las instalaciones a las que se negaron el acceso.
El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) ─como la mayoría de 200 instalaciones de procesamiento migratorio, 90 privadas– enfrenta acusaciones de maltrato, pero ahí los detenidos hicieron una huelga de hambre a fines de 2023 después de que las autoridades usaron gases lacrimógenos.
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Para sortear la falta de transparencia del ICE, New Comienzos logró posicionar una línea de comunicación con detenidos en Texas, quienes llaman para denunciar situaciones de abusos al interior de las cárceles en la entidad texana.
No sólo es el abuso injustificado; también la falta de espacio, las peleas en las cortes, soportar la violencia verbal de los custodios y evitar que los envíen al “hoyo”, espacio de segregación al que se han enviado a casi 14 mil personas entre 2018 y 2023.
