Una jirafa blanca y su cría fueron asesinadas brutalmente en Kenia a manos de cazadores furtivos.
El encargado de la reserva de Ishaqbini Hirola, Mohammed Ahmednoor afirmó que guardabosques hallaron los esqueletos de los animales tras una extensiva búsqueda.
Ubicada en el condado de Garissa, al este de Kenia, dicha reserva se encarga de proveer un lugar seguro para que millones de animales, entre ellos las jirafas, donde se supone pueden vivir protegidas de cazadores.
Ahmednoor, también compartió que estas jirafas, el ser muy raras y hermosas, eran un gran atractivo turístico de la zona.
“Este es un día muy triste para la comunidad de Ijara (área en la que está la reserva) y Kenia en general”, dijo Mohammed.
Además subrayando que es “un golpe a los pasos dados por la comunidad para conservar especies excepcionales y únicas, y una llamada de atención para un apoyo continuo a los esfuerzos de conservación”.
De hecho en 2013, el presidente de la Fundación para la Conservación de las Jirafas, Julian Fennessy, advirtió sobre el grave problema que las jirafas estaban enfrentando. Fennessy dijo que el número de jirafas ha bajado en África de 140.000 a 80.000 entre 1998 y 2012 por la invasión humana en sus hábitats y a los cazadores.
Por su parte, expertos en conservación animal han advertido de que las jirafas podrían extinguirse en las próximas décadas si no se detiene la tendencia descendente de su población.
A mediados de 2019, declararon a las jirafas masái en peligro de extinción.
Debido a que en los últimos 30 años, esta subespecie, que habita en Kenia y Tanzania, ha disminuido en casi un 50 por ciento, principalmente por la caza furtiva y los cambios en el uso de la tierra.
Estas jirafas son blancas tienen una condición genética conocida como leucismo, que hace que la pigmentación de las células de la piel sea menor.
Desde 2017, estas jirafas causaron la sensación a nivel mundial al ser vistas por primera vez, pues fueron las primeras en con un pelaje completamente blanco.