De acuerdo con la UNICEF, cuando los niños y adolescentes reciben castigos físicos, experimentan miedo y terror frente a los golpes. Tras el golpe, los niños y los adolescentes no solo sienten dolor físico, sino también dolor emocional. Posterior a ello, los menores experiementan un fuerte sentido de impotencia y para sobreponerse, los niños y adolescentes desarrollan mecanismos de “adaptación a la violencia” como la obediencia extrema o comportamientos violentos.
Y aunque hay padres que dicen que los “gritos no son lo mismo que golpear”, la realidad es que también generan sentimientos de dolor emocional, frustración e impotencia en los niños y adolescentes.
Pero como si lo anterior no fuera ya lo suficientemente grave, un reciente estudio reveló que gritar y castigar a los niños podría reducir el tamaño de su cerebro.
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Tal estudio, fue llevado a cabo por investigadores de la Université de Montréal, el Centro de Investigación CHU Sainte Justine y de la Universidad de Stanford y publicado en la Revista Development and Psychopathology, la crianza agresiva, es decir la que se basa en golpes, castigos y gritos, puede afectar la estructura cerebral de los niños.
La investigación descubrió que los niños que son criados bajo la violencia, reciben castigos y gritos de parte de sus padres o cuidadores, tienen una corteza prefrontal y amígdalas más pequeñas que aquellos niños que son criados bajo una crianza positiva o respetuosa. Dichas estructuras cerebrales afectadas por los gritos, golpes y castigos en los niños son las que intervienen en la regulación emocional.
Ahora ya sabes que gritar y castigar a tus hijos podría reducir el tamaño de su cerebro. Como padres rompamos con los viejos patrones de crianza que apelaban a la violencia, los gritos y los castigos y velemos por una crianza respetuosa y positiva por el bien intergral de nuestros hijos.
Con información de: MelodijoLola