La tranquilidad del vecindario de Bay Shore se vio abruptamente interrumpida cuando una niña de tan solo nueve años fue brutalmente atacada por un perro de raza pitbull que escapó de una residencia cercana. El incidente, que dejó a la menor con heridas graves y conmocionó a la comunidad, ha reavivado el debate sobre la tenencia responsable de mascotas y la seguridad pública.
Daniella Schlauch, la víctima, se disponía a subir a un vehículo frente a su hogar cuando, sin previo aviso, el pitbull se abalanzó sobre ella. El feroz ataque le infligió lesiones significativas en diversas partes de su cuerpo, incluyendo el rostro, la cabeza, un pie y una mano. La gravedad de las heridas fue tal que la niña sufrió una conmoción cerebral, requirió cientos de puntos de sutura y grapas, y los médicos tuvieron que reimplantarle parte de una oreja. La familia relató con angustia que Daniella estuvo peligrosamente cerca de perder un ojo.
La pequeña víctima describió el ataque como repentino y violento, recordando cómo el perro la sujetó con fuerza y la zarandeó. La rápida intervención de sus padres, Theresa y Pat Schlauch, fue crucial para poner fin al terrible episodio.
El propietario del pitbull logró finalmente controlar al animal, explicando a la consternada familia que la fuga se debió a una puerta trasera sin seguro y a la ausencia de una cerca adecuada. Los Schlauch denunciaron que este no era un incidente aislado, sino que el perro ya se había escapado en ocasiones anteriores, generando preocupación en el vecindario.
Indignados y temiendo por la seguridad de su comunidad, los padres de Daniella presentaron una denuncia formal catalogando al pitbull como perro peligroso. Su inquietud radica en que el animal aún reside en la casa contigua, representando, a su juicio, una amenaza latente para los residentes.
Las autoridades locales tomaron cartas en el asunto, citando al dueño del can y ordenándole registrar debidamente al animal. Además, se dispuso una cuarentena de diez días para descartar la presencia de rabia.
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De acuerdo con el protocolo establecido, un juez de distrito revisará el caso en un plazo de cinco días. Las posibles resoluciones varían desde el reentrenamiento del animal y su reubicación, hasta la drástica medida del sacrificio si se le considera un peligro inminente para la seguridad pública. Este trágico suceso ha dejado una profunda huella en la comunidad de Bay Shore, instando a una reflexión sobre la importancia de la supervisión responsable de mascotas y la necesidad de medidas preventivas para evitar futuros incidentes de esta naturaleza.
Con información de El Heraldo de México